2.27.2010

identificación...

“Porque donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón” (Lucas 12:34)
“No acumuléis para vosotros tesoros sobre la tierra…, continúan sin ver que ponen sus queridos tesoros donde la polilla y el óxido corroen y donde los ladrones minan y hurtan” (Mateo 6:19)

Podemos identificarnos con un objeto, con otro ser, con el amado, con el hijo, con el empleo, etc... Sabremos que estamos identificados con las cosas cuando nos sentimos infelices con la pérdida o desgaste de tales cosas.

Aquello de lo que cuando se nos hable nos de infelicidad, es objeto de nuestra identificación. Nos identificamos con lo que ansiosa y desastro-samente queremos conservar, desarrollar, mejorar. Nuestra seguridad y nuestra paz dependen de todo esto con lo que nos identificamos.

Según la filosofía YOGA, una de las mayores fuentes de sufrimiento es la identificación con los niveles más densos y materiales de nuestro ser. Los que se identifican con el cuerpo, (y casi somos todos) decimos “estoy enfermo”

El practicante de Yoga, ya no identificado con el cuerpo usa otro lenguaje y dice “mi cuerpo está muriendo” porque sabe que él/ella, es lo Eterno, lo Inmutable, lo Perfecto y por tanto jamás Morirá.

A medida que uno avanza en la des-identificación, se va tornando cada vez más invulnerable a los acontecimientos, a las cosas y a las personas. El sabio, des-identificado de lo burdo y falible, se mantiene imperturbable, identificado con lo incorruptible e inmortal. El mundo que nos rodea solo es realidad en la medida en que nos identificamos con él, pues nos impone dolor o placer, pesar o alegría, confianza o miedo.