No podemos negar que por encima de todas nuestra aflicciones de todos nuestros estados de ánimo, de todas nuestras experiencias (válida todos para cada quien) existe un "yo real" que es sinónimo de perfección de gloriosidad es por ese yo interno, por su influjo, que siempre de alguna manera nuestra tendencia va a ser querer subsanar o componer u ordenar de un modo que cuyo resultado o "nuevo orden" no desagrade con nuestra mente o pensamiento.
El ser interno, el yo real, es un centro desde donde se irradia vida, luz, sin embargo, la mayoría de las veces sus manifestaciones de perfección no las podemos apreciar por la interposición de la oscuridad o lagunas de nuestra mente, a pesar de las cuales, ese yo interno sigue brillando majestuosamente, aunque tenga que cargar siempre con todas las cicatrices, penas y dolencias de la mente.
Cuando conscientemente estamos atravesando por enfermedades, aflicciones o "estados destructivos" en esos estados no vemos al yo real, la mente esta obnubilada y la atmósfera no es buena conducta, ese yo interno no puede manifestarse.
Aunque este continua puro y resplandeciente, pareciera difícil de comprobar esto con palabras, pero si no fuera por su influjo de alguna manera, no sentiríamos de vez en cuando esos impulsos de majestuosidad, de búsqueda de ir hacia la perfección.
Este ser interno es el que tiene la potestad de actuar sobre la mente consciente y por medio de esta sobre la mente subconsciente, para disipar las nubes de la enfermedad, del sentimiento de pobreza y de esto lo que desagrade, dejando solo lo que nos agrade, lo bueno, como verdadera manifestación del yo superior. Debemos educar proveer a nuestra mente subconsciente con aquellas palabras vigorosas vivificantes y alentadoras, aún cuando nos encontremos en medio de tribulaciones, continuar con estas palabras, repitiéndose una y otra vez, aunque parezca que todo a nuestro alrededor se derrumba, si la constancia se hace mantrica, estas palabras en nuestra mente subconsciente germinarán y desde allí se van a convertir en un poder que dará solución a todas nuestra dificultades.
El ser interno, el yo real, es un centro desde donde se irradia vida, luz, sin embargo, la mayoría de las veces sus manifestaciones de perfección no las podemos apreciar por la interposición de la oscuridad o lagunas de nuestra mente, a pesar de las cuales, ese yo interno sigue brillando majestuosamente, aunque tenga que cargar siempre con todas las cicatrices, penas y dolencias de la mente.
Cuando conscientemente estamos atravesando por enfermedades, aflicciones o "estados destructivos" en esos estados no vemos al yo real, la mente esta obnubilada y la atmósfera no es buena conducta, ese yo interno no puede manifestarse.
Aunque este continua puro y resplandeciente, pareciera difícil de comprobar esto con palabras, pero si no fuera por su influjo de alguna manera, no sentiríamos de vez en cuando esos impulsos de majestuosidad, de búsqueda de ir hacia la perfección.
Este ser interno es el que tiene la potestad de actuar sobre la mente consciente y por medio de esta sobre la mente subconsciente, para disipar las nubes de la enfermedad, del sentimiento de pobreza y de esto lo que desagrade, dejando solo lo que nos agrade, lo bueno, como verdadera manifestación del yo superior. Debemos educar proveer a nuestra mente subconsciente con aquellas palabras vigorosas vivificantes y alentadoras, aún cuando nos encontremos en medio de tribulaciones, continuar con estas palabras, repitiéndose una y otra vez, aunque parezca que todo a nuestro alrededor se derrumba, si la constancia se hace mantrica, estas palabras en nuestra mente subconsciente germinarán y desde allí se van a convertir en un poder que dará solución a todas nuestra dificultades.
"El Universo conspira a nuestra favor cuando tenemos una idea o meta. . ."Es innegable que mediante la palabra podemos cambiar el rumbo de cualquier acontecimiento, la palabra hablada o escrita se han derrotado muchos gobiernos, de igual manera mediante afirmaciones positivas los estados amargos de ánimo las dolencias más agudas del cuerpo y del medio ambiente pueden ser neutralizadas.