9.29.2018

Verdad, Fortaleza, Acción XXIII

Repasando las dos clases de conocimiento:
  1. Conocimiento del mundo externo o inferior, que se percibe a través de los sentidos, estando ese conocimiento compuesto por los objetos percibidos por los sentidos, luego ordenados y clasificados por la mente; se nutre de formas, nombres y las distintas interacciones y resultados en el plano mental y físico, siendo este conocimiento denominado ciencia.
  2. El conocimiento interno, denominado superior, el que no depende de la relación o interacción de los sentidos y/o el objeto, sujeto, sino que nace del influjo directo de la realidad eterna, conocimiento que no nos llega a través de nuestra mente racional, sino que emerge de nuestro corazón purificado.
El conocimiento supremo no se adquiere a través del estudio, ni por la explicación. Se obtiene a través del autoconocimiento, (“Conócete a ti mismo, y conocerás el universo”). Por inspiración, a través de un alma que haya logrado develar el Supremo Secreto. (por Gracia Suprema).

A través de nuestra historia como humanidad, hemos visto que según el pensamiento colectivo se inclina (hacia la máxima expresión del conocimiento material o espiritual), surgen personajes, que traen grandes cambios o sacudidas. Esos personajes por lo general no son reconocidos como tales en el momento y época de su encarnación, sino siglos después de su desaparición física, son los llamados maestros o avatares, iluminados, etc. Estas entidades saben que saben, por eso afirmaba Jesús “mi reino no es de este mundo”.
“Los necios se burlan de Mí cuando desciendo con forma humana. Ellos no conocen Mi naturaleza trascendental como Señor Supremo de todo lo que existe.” BG 9.11
Mediante el conocimiento material se desarrolla gran apego a ese conocimiento, mas aun porque se adquiere prestigio y respeto ante las sociedad. Pero no se obtiene el conocimiento espiritual, el que si acaso se vislumbra, queda sustituido por los placeres que brinda la adquisición de este conocimiento que son placeres sensuales, diferentes al gozo supremo, el gozo espiritual.

“cuando la religión se convierte en irreligión, yo mismo desciendo milenio tras milenio…”
“Para redimir a los piadosos y aniquilar a los infieles, así como para restablecer los principios de la religión, Yo mismo aparezco milenio tras milenio.” BG 4.8
A través del conocimiento externo se llega a la adoración, pero se adora el objeto de conocimiento, al que se le convierte en el Dios propio (semidiós), aunque esa no es la meta suprema, se logra alguna purificación, puesto que muchas cualidades inferiores o tamásicas se superan; a través de esto logramos entrar a relacionarnos con seres de otras frecuencias de existencia, donde se disfruta al máximo del conocimiento logrado.


Vemos como el desarrollo del conocimiento para la complacencia de los sentidos, es una meta para sostenimiento en los planos materiales o asúricos, en los cuales aunque se disfruta de los placeres sensuales hay agitación continua, no se consigue la profunda paz y la meta segura; es el continuo y reiterado ciclo de nacimiento y muerte.
“Aquellos que estudian los Vedas y beben el jugo soma, buscando los planetas celestiales, Me adoran indirectamente. Al purificarse de las reacciones pecaminosas, ellos nacen en el piadoso y celestial planeta de Indra, donde disfrutan de deleites divinos.” BG 9.20
“Después de que han disfrutado así de un inmenso placer celestial de los sentidos y los resultados de sus actividades piadosas se agotan, ellos regresan de nuevo a este planeta mortal. Así pues, aquellos que buscan el disfrute de los sentidos adhiriéndose para ello a los principios de los tres Vedas, consiguen únicamente el reiterado ciclo del nacimiento y la muerte.” BG 9.21