Ejemplos:
Persona I: “Yoga es bueno pero yo no voy a hacer esa práctica, por ahora” (reconocen una buena práctica).
Persona II: “Yoga es realmente estupendo, es más que estupendo, es fantástico”; va a los lugares y rápido adapta posturas (se sienta derechito) que en soledad olvida, habla de un modo particular, le recomienda a los demás que se adhieran a la práctica, y sin embargo no tiene un conocimiento profundo sobre la Yoga o la filosofía, porque no ha habido la trascendencia del físico y el “EGO” (la personalidad) domina.
Persona III: “Yoga no solo es fantástico sino que estoy decididamente dispuesta a alcanzar la realización espiritual, haciendo todos los ajustes que debo hacer, a través de la práctica según las leyes universales de evolución.”
Con esta clara secuencia podemos observar que uno puede tener convicción y carecer de una verdadera apreciación.
Persona I: no se mete con nadie.
Persona II: es pura apariencia (un pie adentro y el otro afuera; no quiere acogerse a los principios espirituales)
Persona III: tiene la convicción y apreciación